Se le fue la “mufa” al festival de música más importante de nuestro país.
Por Janinne Pérez González
Fotos: Te Cuento
El Asunciónico es un evento que ya va formando parte de nuestra tradición en el mundo del espectáculo, aglomerando año tras año a artistas de primer nivel tanto a nivel nacional como a nivel internacional.
Lastimosamente, con la pandemia, este festival tuvo que ser suspendido por dos años consecutivos, y, el año pasado, cuando creíamos que todo podía volver a la normalidad, la lluvia se encargó de derretir esos deseos y llevarlos por el raudal asunceno.
Pero, como no hay mal que dure 100 años, este 2023, pudimos disfrutar de un gran festival que aglomeró a personas de distintas edades que fueron a disfrutar de un abanico de artistas de renombre.
El broche de oro quedó en manos de dos artistas que actualmente están en su mejor momento pero que son de estilos muy distintos, por un lado, vimos a Rosalía la “moto mami” y a Billie Eilish, la nueva reina del pop, coronada por sus fans paraguayos.
Rosalía nos dio un show con mucho baile, y un repaso por su nuevo disco “Moto Mami”, un álbum que mezcla estilos y cruza géneros y la ha llevado a ganarse el aplauso de muchos críticos y por supuesto, también la hizo acreedora de importantes premios como el de “Mejor álbum de los Grammy Latino”.
La española es una artista que si bien, se popularizó dentro del género reggaetón-urbano, ha demostrado que es capaz de sobresalir del resto con un tono de voz muy marcado, baile y mucho carisma en el escenario. Eso vimos en el Comité Olímpico Paraguayo donde además de cantar, interactuó con el público y regaló alegrías a más de un corazón. Rosalía sufrió con el calor de nuestro país, pero pese a eso, se preocupó por sus fans y mandó a darles agua a los presentes.
También accedió a recibir una breve lección de guaraní al acercarse a un fanático que estaba pegado a la valla de seguridad para que éste le enseñe el “Rohayhu Paraguay”, Rosalía aprendió esta frase y la repitió. Posteriormente, la ovación se dio al tono de “rohayhu”.
La “motomami” también demostró su talento con los instrumentos musicales al sentarse al piano para interpretar sus éxitos, coreados en su totalidad por quienes estuvimos allí.
En medio del calor que se multiplicó gracias al fervor del público, Rosalía agarró una camiseta del club Cerro Porteño, pero luego la soltó para tomar la bandera LGBT y cubrirse con ella para cerrar su show.
Un poco más tarde, en el escenario de al lado, se preparaba una escenografía inspirada en una carretera para recibir a la californiana de 21 años, Billie Eilish, la artista que se roba los corazones de los niños, adolescentes y también de algunos nostálgicos que aún recordamos a una Avril Lavigne que marcó a toda una generación, ambas exponen un estilo despreocupado “aestethic” con alta dosis de rebeldía, y, justamente, es un artista a la cual esta artista tiene de inspiración.
Billie tiene una voz maravillosa capaz de interpretar canciones que te hacen saltar, bailar y hasta aquellas que te acompañan en momentos de melancolía o desamor. Acompañada de su hermano Finneas dio un show maravilloso, emotivo y muy ameno.
Luciendo un look fiel a su estilo y portando en la muñeca una pulsera con el nombre de Justin Bieber, artista a quien admira hasta el punto de la obsesión y razón por la cuál sus padres tuvieron que llevarla a terapia, interpretó sus mejores canciones, haciendo vibrar a los asistentes, quienes la acompañaban en la interpretación.
En medio de su presentación, le lanzaron una corona, la cual ella se colocó y desfiló por la pasarela, enalteciendo el título que la prensa internacional viene queriendo plasmar en esta artista.
Posteriormente, vino el momento divertido cuando Billie hizo un comentario sobre una “ura” (mariposa nocturna) que apareció en el escenario y según ella, nunca había visto una de tan grande.
Tras dos horas de intenso electro pop, por alternativo y art pop, la gente seguía con ganas de más, en medio de una lluvia de papel picado, la artista se despidió de este público al que ella pedía en cada canción que canten a su lado.
El festival estaba llegando a su final cuando Armin Van Buuren subió al escenario paralelo para darle “gas” a la música electrónica para aquellos que querían seguir disfrutando de este episodio que sin duda, quedará marcado en la historia como el símbolo de la eliminación de la “yeta” de los Asunciónicos.
Hasta el año próximo.