Santé et Bien-être es la marca pionera en nuestro país.

Los productos de Santé son elaborados de forma artesanal

El kéfir es un alimento fermentado altamente beneficioso, un potente probiótico con una consistencia similar al yogur bebible y apto para personas intolerantes a la lactosa. Tradicionalmente, se prepara a partir de leche de vaca o cabra, y se cree que su origen se remonta a siglos atrás en las montañas del Cáucaso, en Europa del Este, cerca de la actual Turquía. El término “kéfir” proviene de la palabra turca “keif”, que significa “bienestar, placer o alegría”.

Diversos estudios han demostrado que el kéfir puede fortalecer el sistema inmunológico, mejorar la digestión, promover la salud ósea e incluso poseer propiedades anticancerígenas, entre otros innumerables beneficios. A diferencia del yogur, que contiene solo uno o dos tipos de probióticos, el kéfir ofrece una variedad de alrededor de 60 tipos de bacterias y levaduras beneficiosas que apoyan la salud intestinal y optimizan los procesos digestivos.

Además de sus beneficios digestivos, el kéfir también desempeña un papel crucial en el bienestar mental. El concepto de que el intestino es nuestro “segundo cerebro” ha ganado relevancia, ya que el eje intestino-cerebro conecta nuestro sistema digestivo con el cerebro, influyendo en nuestra salud física y emocional. Al fortalecer la microbiota intestinal, el kéfir puede mejorar el estado de ánimo y reducir síntomas de ansiedad y depresión.

El producto viene en varios sabores

Para conocer más sobre este extraordinario alimento, compartimos la experiencia de Stefanía Correa, quien lidera un emprendimiento dedicado a la elaboración de kéfir y otros alimentos probióticos, brindando salud y bienestar a través de productos naturales y artesanales que ofrece, denominado Santé.

¿Cómo nació kéfir Paraguay?

Nació de manera fortuita durante la pandemia, y con el próposito de primeramente mejorar mi salud. En ese tiempo, quería cumplir un sueño pendiente desde mi niñez: abrir mi propia pastelería. Sin embargo, al igual que muchos, me encontraba en una situación económica inestable, y que honestamente ya arrastraba desde antes, por esas cosas que pasan en la vida. Mientras le rogaba a Dios que me permitiera usar los talentos que me dio para generar otras fuentes de ingreso, comencé a investigar cómo mejorar mi salud para sobrellevar una enfermedad autoinmune que me aqueja desde hace más de una década.

Habiendo trabajado durante 15 años en organismos regionales y multilaterales de alimentos, encargados de la elaboración de normas, en su mayoría de inocuidad y calidad, contaba con acceso a información de primera mano. Sabía que un pequeño cambio en mi alimentación podía mejorar mi calidad de vida. Así fue como descubrí el mundo de la microbiota intestinal y los probióticos, e inicié la mágica aventura de fermentar mi propio yogures, kéfir, kombucha y chucrut.

El cambio en mi salud fue inmediato, y pronto mi casa estaba llena de frascos de fermentación. Invitaba a mis compañeros de trabajo y amigos cercanos a probar mis creaciones. Al principio, pocos se animaron, pero esos valientes también experimentaron mejoras en su salud. Un ex compañero y un ex jefe me hicieron ver la oportunidad de negocio allí. Nunca olvidaré el día que mi compañero me dijo: “¿Qué esperas para hacer tu catálogo?”. Sus palabras las sentí como la respuesta a mis oraciones.

En ese momento, ya me había independizado de mi familia para tratar de iniciar la pastelería, con mucha fe pero con recursos limitados. Una fuente de mis ingresos desapareció con la pandemia, y mi salario apenas alcanzaba para pagar el alquiler y cubrir algunos gastos básicos, durante un tiempo tuve que caminar hasta la oficina. Esperaba ayuda de terceros para iniciar el emprendimiento; de hecho, llegué a vender pasteles en pote, pero no me fue rentable. Hasta que el 11 de noviembre de 2021, con solo 50.000 guaraníes en el bolsillo para llegar a fin de mes, miré al cielo y mi única oración fue: “Señor, te tengo a Vos y este 50.000 gs, no necesito nada más”. Compré leche con esa suma y lancé una promoción ecofriendly, pidiendo a los clientes que trajeran su propio envase, ya que los envases de vidrio son costosos. Al poco tiempo de lanzar la promoción, que tuvo mucho éxito, pude comprar mis primeras 100 botellas para vender envasado.

Me gusta compartir esta pequeña parte de mi historia con la esperanza de inspirar a futuros emprendedores a iniciar esa idea de negocio que tienen en mente. Nuestro talento, en ocasiones, es todo el capital que necesitamos para iniciar en este duro pero satisfactorio camino del emprendimiento.

Stefanía empezó a emprender en plena pandemia

¿ La fórmula es tuya, quién te enseñó?

El arte de la fermentación es ancestral, siendo uno de los métodos más antiguos conocidos. En Asia y en civilizaciones antiguas como Egipto, Babilonia y Roma, ya se practicaba la fermentación. Por motivos laborales y académicos, tuve la oportunidad de probar kéfir en Suiza, Alemania y Turquía. Para mí, era uno de los tantos productos que encontras fuera del país, nunca imaginé que más adelante sería de tanta bendición para mi salud, la respuesta a mi deseo de emprender y que cambiaría mi vida y la de mis clientes.

No sé si puedo decir que la fórmula es completamente mía, pero lo que sí puedo contar es que llevo casi cuatro años de ensayo y error con el kéfir. Los yogures, como el griego, los hago desde que tenía 13 años. Además, los 11 sabores que se encuentran en nuestro catálogo son de mi absoluta creación. Modestia a parte, he investigado bastante y hay sabores que ningún otro productor local o extranjero ofrece.

Además, cuento con el apoyo continuo de ingenieros y tecnólogos de alimentos, quienes me ayudan a perfeccionar la producción. Cada tanda, o cosecha como me gusta llamarla, es elaborada con mucha dedicación, siendo única y llena de vida.

¿Además del kéfir, que otros productos elaboras?

Todos nuestros productos son fermentos probióticos cuidadosamente elaborados. Ofrecemos kéfir de leche de cabra y de vaca, kéfir de agua, kombucha y chucrut, productos que hoy en día gozan de gran popularidad. Además de estos, contamos con opciones originales y de temporada, como nuestras sidras probióticas, cuya producción incrementamos para las fiestas de fin de año. Y un producto del que me siento especialmente orgullosa: mi versión del Lassi indio, hecha con mango fermentado y otros cultivos probióticos.

La sidra y la kombucha también son elaborados con kéfir

¿Cuál es el perfil actual de tus clientes?

El rango es bastante amplio. Incluye tanto a quienes llevan un estilo de vida saludable y fit, como a aquellos con afecciones cutáneas y enfermedades crónicas como gastritis, síndrome del intestino irritable, diabetes, lupus y enfermedades autoinmunes. También atendemos a mamás que adquieren para niños con autismo. Generalmente, quienes llegan a nosotros ya investigaron sobre su condición clínica específica y encontraron en el kéfir una alternativa válida. La mayoría nos comenta que experimentan efectos positivos poco tiempo después de incluir el kéfir en su dieta diaria.

Además, recibimos a personas que enfrentan estrés, fatiga y depresión. Existen suficientes evidencias científicas que respaldan que los componentes del kéfir actúan como precursores de la serotonina, un neurotransmisor crucial en nuestro cuerpo. Las neurohormonas como la serotonina y la dopamina, liberadas desde el intestino, influyen directamente en la regulación del comportamiento.

¿Dónde podemos encontrar?

El laboratorio se encuentra en el Barrio Republicano de Asunción. La producción es 100% artesanal y somos súper honestos con nuestra materia prima, priorizando siempre la calidad, por lo que la producción es limitada. Mi marca, Santé et Bien-être, refleja mi compromiso con la salud y el bienestar de los consumidores, muchos de los cuales, al igual que yo, enfrentan diversas enfermedades como diabetes, gastritis crónica, lupus, y colon irritable, por mencionar algunas. Nos pueden encontrar en instagram como @kefirparaguay.